El reflejo dual de la gracia divina
Basándose en las reflexiones presentadas en la fuente, se puede decir que la promesa de una vida eterna (celestial) y la garantía de una existencia terrenal digna no se contradicen, sino que representan dos aspectos de la misma benevolencia divina. Por un lado, el verdadero arquetipo de las bendiciones celestiales es el conjunto de valores espirituales que el ser humano experimenta aquí, en la tierra. Por otro lado, Dios, mediante la concesión de bendiciones terrenales, señala su gracia y confirma la elección del creyente. En otras palabras, las bendiciones terrenales sirven como un signo visible de la bendición divina y son indispensables para la existencia plena del ser humano, mientras que las experiencias espirituales en la tierra prefiguran lo que le espera en la vida eterna.Cita de apoyo:«La temática del destino empírico y metafísico del ser humano plantea de manera ineludible el problema de la justificación de las bendiciones terrenales en la vida. El sentido principal del problema se resume en la cuestión de qué representan las bendiciones terrenales en relación con las celestiales:
¿son su arquetipo natural o, por el contrario, su antípoda ontológica, que exige en la vida futura una retribución por cada bien recibido en la tierra?Al abordar esta cuestión, es necesario destacar que el verdadero arquetipo de las bendiciones celestiales reside en los bienes espirituales que el ser humano experimenta en la tierra. Sin embargo, el cristianismo, al invitar al hombre a heredar las bendiciones espirituales, no rechaza el valor de las bendiciones terrenales, que constituyen una condición indispensable para la existencia terrenal del ser humano. Las bendiciones terrenales, otorgadas al justo, son un signo visible de la bendición divina, así como la aflicción y las pruebas de la vida que le tocan sirven de señal de su elección celestial especial.» (fuente: enlace txt, página: 853)