El Reino Renacido: La Esperanza de una Nueva Jerusalén

Algunos cristianos esperan entrar en la Nueva Jerusalén, ya que ven en las imágenes proféticas presentadas en el Nuevo Testamento la promesa innegable de la renovación de la creación y el establecimiento de una comunión eterna con Dios. Estas expectativas cristianas se fundamentan en que el texto bíblico describe un futuro en el que el antiguo cielo y la tierra darán paso a uno nuevo, en el que Dios habitará permanentemente entre los hombres, liberándolos de penas y sufrimientos.

Así, el texto clave en el Apocalipsis describe la visión de la ciudad santa:
“Y yo, Juan, vi la ciudad santa de Jerusalén, nueva, que descendía del cielo de parte de Dios, dispuesta como una novia adornada para su esposo. Y oí una voz fuerte procedente del cielo que decía: he aquí que la tabernáculo de Dios está con los hombres, y Él morará entre ellos; ellos serán su pueblo; y Dios mismo estará con ellos, siendo su Dios. Además, Dios enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte; ni llanto, ni clamor, ni dolor existirá más; porque lo primero ha pasado.”
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Esta imagen simboliza la esperanza en la transformación definitiva de la naturaleza humana y de la creación, la cual se someterá a la voluntad de Dios. Para aquellos que interpretan estas imágenes de forma literal o como una promesa de una realidad futura, la Nueva Jerusalén representa el objetivo final de la historia, en el que la naturaleza humana transformada entrará en una comunión directa con Dios, siendo esta la máxima finalidad de la creación.

Otra fuente subraya que la Nueva Jerusalén siempre ha sido un símbolo del Reino de Dios, en el que la cercanía divina se manifiesta a través de la imagen del tabernáculo –la tienda donde Dios habita entre su pueblo:
“La siguiente imagen nos presenta la Nueva Jerusalén, que siempre ha sido un símbolo del Reino de Dios, y la voz que se oye desde el cielo en los primeros ocho versículos transmite precisamente el sentido de esta nueva ciudad, el sentido de este ser. ‘He aquí que la tabernáculo de Dios está con los hombres’…”
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Así, aunque algunos puedan afirmar que las Escrituras no confirman literalmente la expectativa de entrar en la Nueva Jerusalén, para muchos cristianos los textos proféticos se han convertido en una fuente de esperanza, ya que en ellos perciben la promesa de un cambio radical en el universo y el establecimiento de un pacto eterno con Dios. Esta fe en la renovación del mundo y en la morada de Dios entre los hombres impregna toda la escatología cristiana, haciendo de la idea de la Nueva Jerusalén una parte fundamental de la esperanza cristiana.

Supporting citation(s):
“Y yo, Juan, vi la ciudad santa de Jerusalén, nueva, que descendía del cielo de parte de Dios, dispuesta como una novia adornada para su esposo…” (source: enlace txt)
“La siguiente imagen nos presenta la Nueva Jerusalén, que siempre ha sido un símbolo del Reino de Dios, y la voz que se oye desde el cielo en los primeros ocho versículos transmite precisamente el sentido de esta nueva ciudad, el sentido de este ser. ‘He aquí que la tabernáculo de Dios está con los hombres’…” (source: enlace txt)

El Reino Renacido: La Esperanza de una Nueva Jerusalén

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