El Camino Transformador de la Salvación Divina

La salvación prometida por Dios tiene un significado multifacético y profundo para los creyentes de esta fe. Se entiende, ante todo, como la liberación del sufrimiento ocasionado por el pecado, como el paso de la ira divina hacia la misericordia, lo cual se determina esencialmente por la decisión de la conciencia de Dios y no por los esfuerzos del alma humana. Esta comprensión otorga a la salvación el estatus de un elemento fundamental en el proceso transformador con el que el ser humano se enfrenta en su lucha interna y en la búsqueda de la vida verdadera.

Como se señala:
"Él entiende la salvación como la liberación del sufrimiento causado por el pecado.

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Lo explica en tanto que Dios está airado y, por ello, castiga. Por eso, entiende la salvación únicamente como el cambio de la ira divina a la misericordia, lo que se efectúa en la conciencia de Dios y no involucra el alma del hombre. Por consiguiente, la consecuencia de la justificación – la santificación – ha de depender de la decisión divina." (fuente: enlace txt)

Además, la salvación se asocia con el proceso de restaurar la memoria primordial acerca de Dios en el hombre: es el reconocimiento progresivo de Cristo, que devuelve el sentido perdido de la vida. De esta manera, la salvación se convierte no solo en la liberación de lo negativo, sino en el renacimiento de la vida espiritual, en la cual se restablece el vínculo entre el hombre y Dios:

"Él mismo transformó el tiempo caído y mortal de ‘este mundo’ en una historia de salvación, revelando su sentido como la espera de la salvación y la preparación para ella, como la restauración gradual en el hombre de la memoria sobre sí mismo – el conocimiento, el anhelo, la anticipación, el amor. Para que el hombre, al llegar el tiempo de su plenitud, es decir, al consumarse esta preparación, pueda reconocer en el Salvador venido de Dios, recordar lo olvidado y en Él encontrar su vida perdida." (fuente: enlace txt)

La importancia de la salvación se subraya asimismo en que tiene sus raíces en el plan divino, donde la eterna promesa adquiere una realización concreta a través de Cristo. Se presenta no como un milagro fortuito, sino como la ejecución lógica e históricamente determinada del plan de Dios, orientado a la unión de personas de diferentes naciones y, en un futuro próximo, a la salvación de toda la humanidad:

"‘Ahora, Señor, liberas a tu siervo según tu palabra, en paz’, dijo el anciano; a partir de ese momento se rompió el vínculo que lo mantenía en la vida, y Tú, Señor, me despides de esta vida para entregarme a otra nueva vida, ‘según tu palabra’, conforme a la profecía que me fue dada por Tu Santo Espíritu, ‘en paz’, pues mis ojos han visto tu salvación. ... La salvación, prometida por Dios al mundo a través del Redentor-Mesías, a quien tuve el privilegio de ver..." (fuente: enlace txt)

También cabe destacar que la salvación se percibe como un tema central que abarca las cuestiones relativas a la creación, a la caída y a la redención del hombre. Juega un papel decisivo en la definición de la elección de un pueblo, que sirve de oasis sagrado en medio de la decadencia general. En este contexto, la salvación se erige como el objetivo final de las misericordias concedidas mediante la ley y el pacto, y hasta nos dirige hacia la salvación universal:

"‘Porque la salvación procede de los judíos’. La redención abarca a todos, pero se alcanza únicamente mediante la elección, la separación y el aislamiento. ... Solo aquí se creó el verdadero (aunque transformador) sacerdocio. ... Todas las misericordias concedidas al Antiguo Israel están orientadas hacia el fin último de la salvación universal." (fuente: enlace txt)

Finalmente, el reconfortante sentimiento de seguridad que otorga esta salvación constituye la base de la convicción personal de los creyentes. Nada – ni la muerte, ni otras fuerzas – puede separarlos del amor de Dios manifestado en Cristo, lo que se transforma en una fuente inagotable de apoyo espiritual y esperanza:

"Y yo creo firmemente que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los demonios, ni el presente, ni el futuro, ni las fuerzas oscuras del universo, ni el mundo de más allá, ni el abismo —nada de lo creado podrá separarnos del amor de Dios, manifestado a nosotros en Cristo Jesús, nuestro Señor." (fuente: enlace txt)

Así, la salvación prometida por Dios significa para los adherentes de esta fe tanto la liberación del sufrimiento causado por el pecado como el renacimiento espiritual que restablece la memoria de Dios en el hombre, además de la realización del plan histórico de Dios, dirigido tanto a un grupo elegido como a toda la humanidad. Constituye la garantía del amor inmutable de Dios, que proporciona a los creyentes fortaleza, confianza y esperanza en la comunión eterna con Él.

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