De la simpatía al deber: la base de la moral
Los mecanismos psicológicos que forman la percepción moral de las buenas acciones son tales que el deseo natural inicial de ayudar, basado en la simpatía, al ser inestable y susceptible a las circunstancias de la vida, no puede servir como fundamento duradero para conferir a las acciones un valor moral universal. La persona que se guía únicamente por una inclinación natural hacia las buenas acciones está sujeta a cambios externos e internos: su inclinación empírica puede debilitarse bajo el impacto de desilusiones o pérdidas personales, por lo que puede llegar a perder la capacidad de compasión. Sin embargo, si incluso al perder esta naturaleza se manifiesta el deseo de continuar haciendo el bien exclusivamente por sentido del deber y la obligación, entonces tal comportamiento adquiere un verdadero valor moral. En otras palabras, cuando la persona se da cuenta de que debe realizar buenas acciones independientemente de sus sentimientos personales, su acción se convierte en algo objetivo y obligatorio, lo que garantiza la universalidad y estabilidad de la elección moral.Por ejemplo, hacer bien en la medida de lo posible es un deber, pero además hay quienes lo hacen simplemente por una inclinación natural. ... Sin embargo, si a pesar de ello sigue haciendo buenas acciones, pero ahora sin ningún tipo de inclinación, y únicamente por obligación, entonces sus acciones adquirirán un auténtico valor moral. (fuente: enlace txt)Aunque las acciones morales se originan psicológicamente en la simpatía, no es la simpatía, como inclinación natural, la que les confiere valor moral, ya que si la inclinación natural por sí sola pudiera servir de justificación moral, entonces las acciones egoístas o malvadas, al basarse en otra inclinación similar de la naturaleza humana, tendrían la misma justificación... Así, este valor moral para el sujeto se determina no por la inclinación, sino por el deber u obligación. (fuente: enlace txt)