- 20.03.2025
La poesía de la sencillez natural
En nuestra ajetreada vida, a menudo es precisamente la sencillez la que nos ayuda a encontrar la fuente de la verdadera inspiración. Entre la multitud de imágenes exuberantes de la naturaleza, ocupan un lugar especial aquellas flores cuya belleza natural y modesta parece transmitirnos una tierna comprensión mutua. Las violetas, con sus pétalos sagradamente púrpuras, escondidas bajo los arbustos, y los encantadores límpidos, impregnados de leyendas, reviven los recuerdos de cálidos momentos de comunión con la naturaleza. Aquí, cada matiz, desde los celidóneos púrpuras hasta los nenúfares de pantano azul oscuro y las gencianas de un azul profundo, está lleno de un significado especial: es como si compartieran con nosotros su silenciosa, pero sincera, simpatía. La energía de estas flores, su serenidad y su sencillez, nos recuerdan que la verdadera belleza no requiere de grandilocuencia ni excesos: habita en los pequeños detalles, brindándonos calor y la seguridad de que la naturaleza siempre está cerca. Es precisamente este enfoque el que nos ayuda a percibir el verdadero valor de cada instante que pasamos en su compañía y a maravillarnos ante el genuino diálogo con el mundo que nos rodea.
¿Qué flores despiertan en ti emociones especiales y por qué?
Para mí, son cercanas aquellas flores cuya belleza modesta y sin pretensiones evoca un sentimiento de sincera simpatía y de afinidad familiar. Por ejemplo, he sentido una emoción especial al encontrarme con simples, pero bondadosas, creaciones de la naturaleza: los celidóneos púrpuras, los nenúfares de pantano azul oscuro y las gencianas de un azul profundo. Precisamente su belleza natural y discreta me hacía sentir que ellas me “amaban” tanto como yo a ellas, y por ello procuraba dedicarles toda mi atención.