Dualidad de la Casualidad: El Orden Oculto en el Caos
En un mundo en el que cada detalle está impregnado de la energía de la incertidumbre, el concepto de casualidad se convierte en la clave para comprender los límites de nuestra percepción. La introducción a este tema permite tender un puente entre la realidad objetiva, donde un evento casual carece de una regularidad intrínseca, y las observaciones subjetivas, en las que utilizamos el concepto de casualidad para explicar la incompletitud de nuestro conocimiento.
La parte principal revela dos aspectos: el objetivo y el subjetivo. Desde un punto de vista objetivo, la casualidad significa la ausencia de cualquier orden – ya que, de contener regularidades, se transformaría en una ley oculta. Es precisamente la falta de un orden profundo lo que desafía nuestras ideas sobre causalidad y lógica. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a las limitaciones de nuestro entendimiento, el concepto de casualidad adquiere otro significado. Aquí, la teoría de probabilidades se convierte en una herramienta indispensable que nos permite racionalizar la impredecibilidad y explicar esa parte del mundo que escapa a nuestro análisis. Este equilibrio entre la absoluta negatividad de la casualidad y su utilidad subjetiva subraya lo importante que es no confundir la casualidad con la verdadera libertad, que, a pesar de su aparente caos, es una fuerza creativa de auto-legislación.
En conclusión, al estudiar la casualidad, nos damos cuenta de su doble naturaleza: por un lado, evidencia nuestras limitaciones, y por otro, nos impulsa a buscar nuevos caminos para ordenar el mundo. Comprender este sutil límite no solo enriquece el discurso filosófico, sino que también nos ayuda a ver la libertad como un principio creativo autónomo que no se rige por caprichos irracionales. Esta visión impregna nuestras decisiones y acciones de energía, haciéndolas conscientes y efectivas a pesar de la aparente caoticidad del mundo que nos rodea.
¿Es posible considerar la casualidad como una forma de orden oculto que aún tenemos que comprender, y cómo influye esto en nuestra percepción del mundo?
La respuesta se fundamenta en la consideración de dos aspectos del concepto de casualidad – el objetivo y el subjetivo. Objetivamente, la casualidad se define como la ausencia de cualquier regularidad interna; pues, de tratarse de un orden oculto, implicaría la existencia de alguna ley, pero, por definición, un evento casual carece de cualquier legalidad autónoma. Como se señala en una de las fuentes:
"Sin embargo, en realidad, existe una enorme distancia entre los conceptos de libertad y casualidad. La libertad es la autodeterminación de la voluntad, es decir, la auto-legislación, mientras que, en el sentido mismo de su definición, la casualidad excluye cualquier tipo de legalidad, incluso un orden autónomo. Por el contrario, la casualidad significaría o un obstáculo para la libertad de acción, o (en un sentido interno) convertiría nuestra personalidad en un juego de caprichos irracionales. Por lo tanto, es necesario distinguir estrictamente entre la libertad y la casualidad, ya que la mezcla de estos conceptos conduce a oscurecer el problema, algo que la historia de la filosofía ha demostrado en múltiples ocasiones. No es casual que N. Gartman afirmara que “la condena de la libertad radica en que con demasiada frecuencia se entiende como casualidad”." (fuente: enlace txt)
Por otro lado, en el entendimiento subjetivo la casualidad resulta ser un concepto útil, ya que refleja la limitación de nuestras coordenadas perceptivas y la insuficiencia para abarcar todos los factores activos en el entorno. Es decir, denominamos un fenómeno como casual cuando no somos capaces de captar la totalidad de sus elementos determinantes, utilizando para ello herramientas como la teoría de probabilidades. Tal afirmación se expresa en el siguiente fragmento:
"En el sentido subjetivo, la casualidad es un concepto útil. Indica que no hemos tomado en cuenta todos los factores o que el sistema de coordenadas desde el cual partimos no abarca la totalidad de los fenómenos. Para racionalizar tales casualidades se emplea, además, la ‘teoría de probabilidades’ desarrollada en matemáticas – una disciplina que ayuda a minimizar lo imprevisto mediante un cálculo racional de las probabilidades." (fuente: enlace txt)
De esta manera, considerar la casualidad como una forma de orden oculto solo es posible en el sentido de que señala la incompletitud de nuestro conocimiento del mundo. Pero, objetivamente, un evento casual carece siempre de un orden interno que pudiera describirse como “ley oculta”. Este enfoque influye en nuestra percepción, ya que al enfrentarnos a la impredecibilidad tratamos de racionalizar y estructurar los fenómenos mediante el análisis probabilístico; proceso que, a su vez, nos ayuda a concebir la libertad como una fuerza creativa y no caótica. Es importante, pues, no confundir los conceptos de libertad y casualidad, tal y como se puntualiza:
"El significado fatal lo tienen el nacimiento y la muerte (el principio y el fin, alfa y omega), así como todos los eventos y decisiones que rompen con lo viejo e inician lo nuevo. Los actos fatales de libertad siempre parecen casuales – justamente porque el propio acto de libertad es inabarcable para la razón. En la historia de la filosofía coexisten dos entendimientos de la libertad: como un accidente y como una posibilidad creativa. La concepción de la libertad como casualidad no resiste ontológicamente la crítica, aunque esta valoración negativa es reversible: la libertad se manifiesta, desde un punto de vista externo, como casualidad." (fuente: enlace txt)
En resumen, la casualidad en el sentido objetivo no constituye un orden oculto, sino que refleja nuestras limitaciones perceptivas y el desconocimiento de todos los factores. Mientras, en el aspecto subjetivo, actúa como un concepto regulador que nos ayuda a estructurar el mundo y a identificar aquellos ámbitos en los que nuestro análisis no captura la totalidad de la determinación de los hechos.