Entre Miedo y Superficialidad: Recuperando la Esencia
En el mundo moderno, a menudo se observa una tendencia a reemplazar el contenido verdadero por una superficie superficial, donde la auténtica profundidad cede lugar a la vulgaridad y a una originalidad perdida. Observamos cómo algunos autores consideran la vulgaridad como una manifestación de la ruptura definitiva con la esencia del ser, señalando que la falta de sinceridad interna conduce a la pérdida del verdadero “yo”. Es precisamente en contraposición a este estado inerte donde emergen cualidades como el miedo, las dificultades y el cuidado, las cuales, a pesar de su pesadez, ayudan a devolver el valor de la vida y la riqueza del ser.
Cuando se trata de la simbología del destino asignado al diablo, esta idea adquiere matices aún más sombríos: el grado extremo de insignificancia, carente de luz interna, se presenta como algo destructivo, capaz de eclipsar incluso la realidad social cotidiana. Frente a tal vacío, las experiencias emocionales ponen de relieve la necesidad de regresar a un estado en el que exista una relación profunda con la vida y la disposición para aceptar las dificultades como parte del camino hacia la autenticidad.
En definitiva, es precisamente a través de la sensación de miedo, la lucha contra las dificultades y el cuidado que comenzamos a discernir el verdadero valor de la profundidad, capaz de contrarrestar la superficie uniforme y sin alma de la realidad moderna. Este enfoque no solo permite reconocer las dimensiones perdidas de la existencia humana, sino que también nos inspira a buscar y recuperar un ser auténtico, lleno de emociones.
¿Qué cualidades parecen peores que la vulgaridad y la superficialidad, y qué influye en nuestra percepción de estas características?
En estos textos se observa que la superficialidad, expresada a través de la vulgaridad y la planitud, se percibe como resultado de la pérdida de la profundidad y la originalidad interna. Por ejemplo, un autor afirma que la vulgaridad es «la ruptura definitiva de cualquier profundidad, del núcleo del ser» y la caracteriza como la pérdida de autenticidad, mientras que la cualidad opuesta a tal indiferencia es la presencia del miedo, las dificultades y el cuidado, que, según él, se convierten en una especie de remedio contra la vulgaridad y ayudan a devolver a la vida un grado de seriedad y profundidad (source: enlace txt).
Otro texto enfatiza que, cuando se trata del destino asignado al diablo, este se reduce a una completa superficialidad y vulgaridad, demostrando que el grado extremo de insignificancia, de no-ser y de pérdida del valor interno se percibe como aún más destructivo y desprovisto de color en comparación con la cotidianidad socialmente matizada (source: enlace txt).
De este modo, las cualidades asociadas a la falta de profundidad, sinceridad y originalidad —es decir, el estado de insignificancia y no-ser— parecen peores que la vulgaridad y la superficialidad. Además, nuestra percepción de estas características depende en gran medida de la experiencia emocional y estética: es precisamente la presencia del miedo, las dificultades y el cuidado lo que nos permite apreciar el valor de la profundidad, en contraste con una existencia superficial y unidimensional.
Citas de apoyo:
«La montaña desaparece por completo en el horizonte, y sólo queda una superficie infinita. La vulgaridad cierra el dramatismo y el horror de la vida, y en ella, la cotidianidad social, que tiene su fuente profunda en el pecado, pierde el recuerdo de esa fuente. La vulgaridad es la pérdida de cualquier originalidad, la determinación de la vida exclusivamente desde el exterior, y está significativamente por debajo de la cotidianidad social con su esfuerzo, cuidado y miedo. El miedo, la dificultad y el cuidado son el remedio contra la vulgaridad.» (source: enlace txt)
«Esto significa que al diablo no le queda nada más que vulgaridad y superficialidad; el diablo se reduce completamente a la superficialidad; un demonio es un demonio, y el mismo Satanás, grandioso en su insignificancia, en su no-ser, es el mismo demonio, el espíritu de la superficialidad eterna.» (source: enlace txt)