Los sueños en la niñez temprana ayudan al niño a construir un vínculo con el mundo exterior, en el momento en que empieza a buscar modelos a imitar y a formar sus primeras ideas sobre el futuro. Así, los sueños infantiles se transforman no solo en fantasías, sino en una especie de programa mediante el cual el niño aprende acerca de las personas que le rodean, la historia y el futuro, desarrollando su capacidad de imaginación social y creatividad. Al pasar de un sueño a otro a través del juego, el niño aprende a percibir la realidad no únicamente como algo dado, sino como materia prima para construir su propio porvenir. Esto influye positivamente en su capacidad de aprendizaje, dado que los sueños estimulan una exploración activa del mundo exterior y favorecen el desarrollo de la actividad emocional y creativa.