La idea de la distribución obligatoria de bienes, considerados como donados por una fuerza superior o por la sociedad, tiene profundas raíces históricas y se ha desarrollado a través de la interacción entre normas religiosas, tradiciones sociales e iniciativas legislativas. El primer elemento significativo de esta tradición se remonta a las leyes del Antiguo Testamento, cuando la idea del Jubileo simbolizaba la cancelación de deudas y el retorno de la tierra a su propietario original, lo que reflejaba la convicción de que la tierra pertenece a Dios y que los hombres son solo sus custodios temporales. Así, por ejemplo, en 1656 William Espinoll argumentó la necesidad de cancelar las deudas conforme a la antigua ley del Jubileo, subrayando que «la tierra pertenece a Dios, y el pueblo judío es simplemente su inquilino» (fuente: 1075_5373.txt).