- 20.03.2025
Cuando renunciamos a la persecución de placeres instantáneos y alegrías temporales, abrimos la puerta a una verdadera liberación. Este proceso no es sencillo: requiere una lucha consciente contra el constante deseo de satisfacer nuestras necesidades físicas. En lugar de ceder a impulsos fugaces, el ser humano es capaz de encontrar dentro de sí una paz estable y profunda.
Las ambiciones siempre han sido objeto de intensos debates: son capaces de inspirar grandes gestas, pero su verdadero valor depende de cómo y por qué se las dirige. Al emprender el camino de las aspiraciones, muchos de nosotros nos preguntamos si nuestras ambiciones no se transforman en un medio para satisfacer deseos egoístas, dejándonos, al final, con logros materiales vacíos y pérdidas personales. Si la energía se destina únicamente al ascenso profesional y a la acumulación de riquezas, inevitablemente se presentan momentos en los que los aspectos más importantes de la vida –familia, amor, desarrollo espiritual– quedan relegados a un segundo plano.
En el mundo moderno, donde las preocupaciones materiales y la velocidad tecnológica dictan el ritmo de la vida, existe una fuente inamovible de fuerza: nuestro mundo espiritual, repleto de cultura, arte y de los verdaderos valores del alma. Se erige como un bastión eterno, inquebrantable ante el paso del tiempo, permitiéndonos sentir la profundidad del ser más allá de los fugaces acontecimientos externos. Esta fuente interna de inspiración se manifiesta a través de la creatividad, permitiéndonos conservar y transmitir esa chispa de divinidad que llena la vida de sentido.
En el mundo científico moderno existe una serie de enfoques que explican el origen del mundo sin recurrir a un principio sobrenatural. Las concepciones ateas modernas se basan en la convicción de que los objetos materiales y las leyes de la naturaleza, que actúan sin la intervención de fuerzas superiores, son la base de todo lo existente. Este punto de vista, que surgió ya en el siglo XVII, sostiene que el mundo es un majestuoso conjunto de partículas que se mueven de acuerdo con determinados procesos físicos.