De las fuentes presentadas se desprende que el objetivo de Dios respecto al mundo es erradicar el mal y el pecado mediante la introducción de un castigo justo, que tiene un carácter correctivo y educativo. Según uno de los autores, Dios tiene la intención de impactar al hombre a través de calamidades y sufrimientos para mostrar la fuerza e inevitabilidad de su ley moral, inscrita tanto en la conciencia de cada persona como en las páginas de la Biblia. Si esta ley se cumpliera en todas partes, el gobierno de Dios sería inquebrantable, pero dado que el hombre, gracias a su libertad, se aleja de Él nuevamente, Dios recurre al castigo, el cual sirve como antídoto frente al mal y al pecado. De esta manera, el cese de la “locura” en el mundo parece estar vinculado a la restauración del orden a través de la acción del castigo, que sostienen el poder eterno de la ley divina y, en última instancia, ofrecen la posibilidad de salvación para los creyentes.