En este caso, el significado del verso (en el contexto de los versos inmediatos) se puede interpretar de la siguiente manera: en la comunicación con Dios no es necesario recurrir a una excesiva verbosidad o a una apariencia ostentosa, ya que Dios ya conoce nuestras verdaderas necesidades y deseos. Es un llamado a la sinceridad y a la moderación en la oración, donde lo fundamental no es la forma externa, sino el estado interior de un corazón abierto a Dios. Es decir, al creyente moderno se le insta a dirigir sus esfuerzos hacia el establecimiento de relaciones personales y profundamente íntimas con Dios, donde las palabras actúan únicamente como un símbolo de una comunicación sincera, y no como un medio para obtener recompensas visibles o el reconocimiento de los demás.