- 20.03.2025
El desarrollo espiritual ejerce un profundo impacto en la percepción del tiempo, transformando la manera en que se interpretan el pasado y el presente. Por un lado, ayuda a la persona a analizar y replantear de forma continua su camino vital. Como se señala en uno de los textos, «El hombre vive como si tuviera la nuca hacia adelante... Así, el hombre está condenado a la reflexión y a la relectura constante de su propio camino. No puede vivir en un mundo carente de sentido; es importante para él comprender por qué está aquí y ahora, y por qué es así» (fuente: 1292_6456.txt). Esta afirmación subraya que nuestra memoria y la experiencia del pasado sirven de guía para interpretar el presente, y el desarrollo espiritual intensifica este proceso, dotándolo de mayor consciencia y finalidad.
La constante renovación del ser interior y espiritual se entiende como un proceso en el que el mundo interior, alimentado por influencias benéficas, experimenta una purificación constante y un incremento de cualidades espirituales. En la cita de la fuente 1106_5528.txt se menciona que cuando "el hombre exterior se consume" – es decir, cuando se enfrenta a pruebas, privaciones y penas de la vida – su mundo interior, por el contrario, se renueva cada día. Esta renovación se produce "por fe, esperanza y celo", mientras que las pruebas y el sufrimiento actúan como una especie de "fuego" en el que el alma se purifica y se asemeja al oro que ha pasado por el fuego. Dicho proceso de renovación favorece el desarrollo de cualidades espirituales mediante el fortalecimiento de la fe, el despertar del reverente temor de Dios, el esclarecimiento de la conciencia y la desvinculación de los apegos mundanos.
La verdadera riqueza del alma no se define por las adquisiciones materiales, sino por una profunda transformación interior que ocurre a través del crecimiento espiritual y el desarrollo de las virtudes. Esta riqueza es espiritual; se manifiesta en la obtención de la vida eterna, el enriquecimiento del mundo interior y la transformación mediante la apertura a Dios. Por ejemplo, como se señala en una de las fuentes, "Ya hemos visto que, desde un punto de vista fundamental, san Juan reconoce solo una verdadera pobreza —la falta de virtud— y solo una verdadera riqueza —la vida eterna. Por lo tanto, depende de la voluntad del hombre ser verdaderamente rico o pobre, y la pobreza actual es tan solo un fantasma, una máscara, una imagen, al igual que la riqueza terrenal" (fuente: 1234_6166.txt).
Los hábitos que surgen de la actividad volitiva juegan un papel importante en el desarrollo del trabajo intelectual y espiritual del ser humano, ya que transforman el esfuerzo consciente inicial en un modo automatizado, liberando así energía mental para actividades superiores. Cuando una persona dirige conscientemente su fuerza de voluntad hacia la realización de acciones que inicialmente requieren un esfuerzo significativo, con el tiempo estas acciones se consolidan como hábitos. De esta forma, la energía que antes se consumía en el control de procesos volitivos se libera y puede destinarse al desarrollo del intelecto y del mundo espiritual.