El autoconocimiento ocupa un lugar central en el proceso de conocer a Dios, ya que mediante el profundo estudio de uno mismo, el hombre descubre en su interior las semillas del principio divino. Por ejemplo, como afirma la fuente del archivo 1190_5949.txt, «El conocimiento de Dios es una parte integral de la autoconciencia; uno determina y afirma al otro; el autoconocimiento, por el simple hecho de existir, da testimonio de la conciencia de Dios. La realidad ideal y el ideal real, inseparablemente unidos en la conciencia de Dios y en la conciencia del hombre, se presentan en la Persona del Hombre-Dios, Cristo, pues en Él se fusionan en un único Yo divino-humano...» Esta afirmación subraya que comprender la propia esencia conduce automáticamente al reconocimiento de la presencia de Dios en nuestro interior.