Las emociones pueden actuar como un verdadero motor, impulsando al individuo a determinadas acciones y moldeando su comportamiento. Por ejemplo, una emoción es capaz de provocar una conducta específica: en determinadas situaciones, es el sentimiento de compasión o misericordia el que puede motivar a una persona a participar activamente en ayudar a otro. Como se menciona en una de las fuentes, «El impulso de que una persona realice una acción concreta también ocurre bajo la influencia de la emoción. Dependiendo de la situación, las emociones pueden infundir en la persona un comportamiento determinado en el que se manifiestan o se expresan en cierto grado. Por ejemplo, el sentimiento de compasión que se despertó en el alma del samaritano misericordioso lo impulsó a participar activamente en el destino de una persona que se encontraba en apuros. Por último, una función importante de las emociones en la vida moral es que, gracias a ellas, el ser humano es capaz de percibir y distinguir entre el bien y el mal, captar el estado interior del otro, y brindar una evaluación intuitiva de los acontecimientos, de las personas y de sus actos y acciones.» (fuente: 131_654.txt).