Imagínese cómo el mundo aparece por primera vez en forma de destellos sensoriales brillantes y claros: colores, sombras, iridiscencias que no tienen profundidad espacial. En esta etapa inicial, nuestra percepción está desprovista de volumen, se asemeja a una imagen donde cada detalle existe por separado, sin combinarse en una estructura compleja y tridimensional. Aquí es donde entra en juego nuestra mente, capaz de transformar estos elementos dispares en una imagen coherente de la realidad circundante. Al principio, el mundo aparece como una imagen plana, donde todos los colores perceptibles y el claroscuro interactúan en el mismo nivel, pero es la actividad activa de la mente la que comienza a construir una estructura clara a partir de estas impresiones, dándole profundidad y multidimensionalidad. Tal proceso de organización no solo da forma a nuestra conciencia, sino que también afecta fundamentalmente la formación de una visión del mundo, abriendo espacio para nuevos significados e interpretaciones. Al final, es la síntesis de los datos sensoriales primarios con la actividad analítica de la mente lo que se convierte en la base de nuestra comprensión del mundo, desde la experiencia simple y plana hasta las ideas profundas y significativas sobre la realidad.</br><b>¿Cuáles son los elementos primarios de la experiencia psíquica que surgen primero, y cómo moldean nuestra conciencia?</b></br>Según las citas presentadas, los elementos primarios de la experiencia psíquica son las impresiones sensoriales directas, que inicialmente no tienen una estructura espacial. Es decir, al principio, la experiencia sensorial está representada por elementos que no tienen la plenitud del relieve o la profundidad, sino solo como aspectos separados: colores, brillo, saturación, diversas iridiscencias que se perciben directamente.