Nuestro sesgo no solo moldea nuestra percepción en la vida, ¡sino también en la mesa! Imagina que esperas que un plato sea ligero y esponjoso, como un merengue, y que cada matiz, cada textura, se filtre a través de tus expectativas. Incluso los gourmets experimentados pueden equivocarse si sus mentes están impregnadas de estereotipos sobre lo que debe ser la creación culinaria perfecta. Una ilustración de esto es el caso en que un autor, al hablar del arte culinario, confundió las tradiciones de preparación de dos platos completamente diferentes, lo que conduce a una confusión tanto en la evaluación de los métodos como en la comprensión de las características de sabor. Este ejemplo muestra claramente: cuando nuestras creencias y experiencias previas dictan lo que debe figurar en el plato, la verdadera esencia del mismo puede quedar sepultada bajo una imagen preconcebida. Así que, la próxima vez que disfrutes de una comida, intenta liberarte de las expectativas habituales y deja que cada sabor cuente su propia historia inmaculada.¿Cómo pueden nuestras expectativas influir en la percepción de platos familiares si, por ejemplo, se confunde el gogo-mogol con un merengue?Nuestras expectativas pueden literalmente teñir nuestra percepción de la comida. Si anticipamos de antemano que un plato posee ciertas características – por ejemplo, esperamos que sea tan ligero y esponjoso como un merengue – nuestra percepción puede distorsionarse. Podemos prestar atención únicamente a aquellos detalles que se ajustan a nuestras expectativas, ignorando la verdadera naturaleza del plato. En una de las fuentes se menciona que incluso una persona experimentada puede evaluar erróneamente una obra culinaria cuando tiene una idea imprecisa de cómo debería prepararse: