Lenin: entre la idolatría y el pragmatismo político

La historia de Lenin siempre provoca acaloradas discusiones, porque su imagen estaba en el cruce de la idolatría y una figura revolucionaria. Por un lado, su nombre se convirtió en un símbolo, inspirador y casi sagrado, cuando sonaron con especial fuerza consignas que recordaban fórmulas religiosas. De esta manera, su figura se convirtió en la personificación del espíritu revolucionario, un símbolo casi divino a los ojos de sus seguidores, uniendo los conceptos del partido y la personalidad de Lenin en un todo único.

Sin embargo, si miramos más a fondo, vemos que fue su mente estratégica y su enfoque pragmático de la lucha contra el dogma religioso lo que lo convirtió no en un dios-filósofo, sino en un organizador y político para quien la filosofía sirvió como herramienta práctica de lucha de partidos. Lenin rechazó conscientemente la comprensión tradicional de la fe, convirtiendo las ideas abstractas en una poderosa herramienta de práctica revolucionaria. Su posición, audaz y decisiva, se reflejó en una actitud dura frente a cualquier desviación de la línea del partido, centrándose en acciones concretas y no en especulaciones teóricas.

Resumiendo, podemos decir que el culto a Lenin no surgió de una profunda comprensión filosófica, sino que fue el resultado de condiciones históricas e ideológicas específicas. Su personalidad resultó ser un escenario donde el simbolismo de la elección política divina y real se entrelazaban, pero el verdadero legado de Lenin sigue siendo su practicidad revolucionaria, y no su intento de recrear la imagen de un dios-filósofo.
¿Se puede considerar a Lenin como el "dios-filósofo" supremo, y qué argumentos se pueden aducir para apoyar o refutar este punto de vista?
Lenin puede ser visto como una figura en torno a la cual se desarrolló un culto casi religioso, lo que da razones para hablar de él en términos de un "dios-filósofo". Sin embargo, los argumentos a favor y en contra de este punto de vista difieren significativamente.

Por un lado, el texto del archivo 1085_5424.txt señala que la actitud hacia Lenin era claramente de naturaleza religiosa: su nombre se usó en una fórmula casi sagrada: "Lenin vivió, Lenin vive, Lenin vivirá". Compara la actitud cuando "Decimos Lenin, nos referimos al partido; Decimos partido, queremos decir Lenin", con la fórmula cristiana de la relación entre Cristo y la Iglesia, que crea la imagen de Lenin como símbolo del espíritu revolucionario. Esto puede interpretarse como una manifestación del estatus casi divino que le atribuyen sus seguidores.
Cita de apoyo:
"En primer lugar, cambió el objeto de su búsqueda y las formas de su expresión. Lo que antes se consideraba sagrado ya no se considera como tal. Pero enseguida aparecieron otros "noúmenos", otros santuarios, rituales y mitos... La fórmula de Maiakovski "Lenin vivió, Lenin vive, Lenin vivirá" está ya marcada por el sello de un indudable entusiasmo religioso. Su afirmación de que "Decimos que Lenin significa el partido; Decimos partido, nos referimos a Lenin" reproduce con bastante precisión la fórmula cristiana de la relación entre Cristo y la Iglesia. Además, en el poema "Vladímir Ilich Lenin" la distinción entre Uliánov y Lenin está claramente explicitada. Lenin es el "espíritu de la Revolución"; Uliánov es una encarnación temporal de este espíritu". (fuente: 1085_5424.txt)

Por otro lado, una serie de argumentos en contra de tal percepción apuntan a varios puntos significativos. El texto del archivo 1277_6384.txt enfatiza que el culto a Lenin es una especie de idolatría, donde la singularización de un "leninismo" separado resulta ser nada más que un producto de una construcción ideológica que suplanta tanto las creencias religiosas como la filosofía profunda. Lenin ganó su fama extrayendo escasas ideas de las enseñanzas de Marx, que luego se utilizaron ilimitadamente en una forma de idolatría.
Cita de apoyo:
"Este es un ídolo compuesto de muchas caras; Se le ordena adorar en todos sus aspectos, así como en general, y todo esto lleva el nombre engañoso de marxismo-leninismo. No hay un leninismo separado. Lenin no hizo más que extraer un delgado "ismo" del gordo Marx, pero le dio una aplicación ilimitada, precisamente debido a esta escasez, como resultado de la cual se convirtió en objeto de idolatría, reemplazando a la religión y a la filosofía..." (fuente: 1277_6384.txt)

Además, el texto del archivo 1250_6246.txt dice claramente que Lenin era un ateo convencido que rechazó las nociones religiosas tradicionales, reemplazándolas con la creación de ídolos falsos e ídolos. Su posición hacia la religión era rígida y pragmática: la filosofía era para él un instrumento de lucha revolucionaria, y no un campo de reflexión filosófica sobre lo divino.
Cita de apoyo:
"Lenin era un ateo apasionado y convencido y un odiador de la religión. Digo "ateo", aunque no creo en la existencia de "ateos" puros. El hombre es un animal religioso, y cuando niega al verdadero Dios único, crea falsos dioses, ídolos e ídolos para sí mismo, y los adora. Lenin era casi un genio de la grosería, tal es su estilo". (fuente: 1250_6246.txt)

También es importante señalar que los puntos de vista de Lenin en el campo de la filosofía estaban asociados con luchas prácticas, como se afirma en el texto del archivo 1281_6401.txt: se suponía que la filosofía debía servir a los intereses del partido, no a las ideas abstractas, lo que una vez más indica su naturaleza pragmática.
Cita de apoyo:
Pero bajo la mano de Lenin, el Partido pasó de ser un medio a un fin en sí mismo. Recordemos cuánto trabajo, sudor y rabia dedicó a la creación del Partido Comunista, cómo no tuvo miedo de aceptar la división Bruselas-Londres, que dividió a la socialdemocracia rusa en bolcheviques y mencheviques, y con qué agresividad luchó no sólo contra los oponentes externos, sino también contra todas las desviaciones del partido. Y la filosofía, según Lenin, debe ser filosofía de partido, de lo contrario degenera en un culto al pensamiento puro o, en su lenguaje, cae en el "falso objetivismo". (fuente: 1281_6401.txt)

Por último, las concepciones filosóficas de Lenin, como su comprensión del realismo y del criterio de verdad basado en la práctica -discutido en el texto del 724_3617.txt archivo- demuestran su orientación hacia la transformación de la realidad a través de la actividad práctica, más que hacia el desarrollo de sistemas metafísicos, como cabría esperar de un "dios-filósofo".
Cita de apoyo:
"De la misma manera, Lenin defiende categóricamente el realismo epistemológico, pues todo el pathos del "salto" está ligado a la esperanza de "cambiar el ser" según el mandato de Marx; es por eso que Lenin (siguiendo a Plejánov) no duda en aceptar la realidad de las "cosas en sí", con el añadido de que las "cosas en sí" se convierten en "cosas para nosotros". Este es el criterio de verdad para Lenin (siguiendo a Marx y Engels): el criterio de verdad es la "práctica" que transforma las "cosas en sí" en "cosas para nosotros". (fuente: 724_3617.txt)

Así, mientras que en el culto a su figura se pueden ver elementos que recuerdan a la veneración divina, sus propios puntos de vista filosóficos y su énfasis en la lucha de partidos indican que Lenin fue principalmente una figura política y revolucionaria. Su ideología, en gran parte tomada y adaptada de las teorías marxistas, se convirtió en idolatría solo debido a condiciones históricas e ideológicas específicas, y no como resultado de una profunda reflexión filosófica digna del título de "dios-filósofo".

Lenin: entre la idolatría y el pragmatismo político