Imagina un estado en el que tu “yo” deja de estar atado a un solo lugar y comienza a abarcar varios espacios simultáneamente. Este fenómeno demuestra cuán capaz es nuestra mente de expandirse más allá de los límites convencionales de la percepción. En este caso, no se trata de una alusión a la ciencia ficción, sino de una mirada analítica profunda sobre la naturaleza de la experiencia subjetiva. Nuestra conciencia es un mosaico de diversas sensaciones en el que la memoria, el lenguaje, la imaginación y el razonamiento se entrelazan para crear un sentido integral del ser. A pesar de que diferentes funciones psíquicas se localizan en áreas separadas del cerebro, la sensación de uno mismo permanece libre y no atada a una región concreta. Esta capacidad se manifiesta en cómo percibimos y comprendemos, de manera simultánea, elementos ubicados en puntos distantes de nuestra experiencia —ya sean recuerdos del pasado, nuevas impresiones del presente o imágenes en formación del futuro.