Cada uno de nosotros siente que en su interior se gesta un anhelo por algo mayor que simplemente las características del bien y del mal. Desde los primeros momentos de la vida, buscamos una fuente capaz de llenar nuestro vacío interior, brindar esperanza y conducirnos hacia una profunda integridad. Esta incesante búsqueda no es simplemente la respuesta a las preguntas sobre el sentido del ser, sino un intento de percibir el mundo más allá de lo cotidiano, abriendo las puertas a lo místico y sublime. Es aquí donde nace el deseo de liberarse de la insuficiencia interior y encontrar esa fuerza que no solo apacigua el sufrimiento del alma, sino que también ayuda a comprender el verdadero destino. En última instancia, cada uno de nuestros esfuerzos está dirigido a entreabrir el velo de lo supramundano, a llenar la vida de profundidad y significado, donde la búsqueda no cesa, sino que se convierte en una fuente de poder y energía para futuros logros.¿Qué es lo que realmente busca el ser humano en su vida, más allá de los conceptos tradicionales de bien y mal?De las reflexiones anteriores se desprende que, en la vida, el ser humano no busca simplemente las nociones de «bien» y «mal», sino algo más profundo, aquello que permite llenar el vacío interior y conferir un verdadero significado a la existencia. El ser humano se esfuerza por compensar la sensación de escasez, que lo arrastra constantemente en una búsqueda interminable: busca aquella fuerza, ese propósito que no solo mitigue el sufrimiento y la insatisfacción, sino que también lo eleve a un plano en el que no dominen meros criterios externos, sino la sensación de lo “supramundano” – algo capaz de santificar su vida.