- 05.06.2025
Al amanecer, Gloria, una agente encubierta cuyo nombre en clave era Pijama 007, se arrastró cautelosamente por el suelo de la sala. Casi esperaba que un grupo de hipsters de un café cercano (una vez me senté allí durante tres horas, tratando de averiguar a quién pedirle azúcar) estaba a punto de atraparla con las manos en la masa. Pero no buscaba emociones en absoluto, solo quería un sorbo de café y una ronda "secreta" de cumplidos por teléfono con su "amiga especial". Mientras tanto, el esposo de Gloria creó con confianza el fondo de la mañana: ronquidos gruñidos. Sin inmutarse, se abrió paso a través de los ovillos de hilo y las tablas que crujían como si un físico teórico hubiera entrado accidentalmente en una elegante barbería y se hubiera esforzado por fingir que todo estaba bajo control.
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