- 20.03.2025
El amor es mucho más que un simple sentimiento. Es un asombroso viaje a las profundidades de nuestra alma, que nos permite, con cada paso, descubrir nuevos horizontes y experimentar transformaciones que cambian nuestra visión del mundo. En este proceso dinámico, renunciamos a los estrechos límites de una vida egocéntrica y nos sumergimos en una corriente infinita de nueva comprensión, en la que cada experiencia se convierte en un paso hacia la renovación interior. Esta experiencia es similar a volver a casa: como si encontráramos la libertad y la unidad con nosotros mismos, lo que luego se refleja en nuestra percepción de la realidad circundante. El amor borra, de forma emocional, las barreras entre las personas, convirtiendo las distancias en simples trazos insignificantes en el camino hacia la integridad y la armonía. En última instancia, es precisamente a través de esta transformación que cada uno de nosotros puede acercarse a la verdadera perfección, descubriendo la vida desde una perspectiva completamente nueva.
¿Qué horizontes abre el amor y de qué manera nos transporta a nuevos y desconocidos lugares?
El amor es capaz de abrir ante nosotros vastos espacios internos, donde cada paso conduce a la renovación y a profundos cambios en la percepción del mundo. Funciona como un viaje en el que renunciamos a una visión egocéntrica y limitada de la vida, permitiéndonos sumergirnos en una inagotable fuente de nueva comprensión y experiencia. En uno de los textos se afirma:
En el mundo moderno, donde pensamientos y sentimientos se funden en una sola entidad, la imagen del "río de la consciencia" nos llena de energía e inspira a buscar nuevos significados. Esta metáfora revela la idea de que nuestra mente funciona como una corriente única y continuamente renovada, que se desliza escapando de rígidas limitaciones temporales y espaciales. La base de esta visión es la convicción de que la consciencia no se descompone en elementos separados y linealmente ordenados, sino que representa un flujo integral en el que cada pensamiento se funde suavemente en el siguiente, creando una unidad dinámica y viva.
En el ritmo actual de la vida, la búsqueda de soluciones óptimas se vuelve especialmente importante, y la tradición de desplazarse a caballo demuestra cómo la practicidad puede combinarse con un profundo simbolismo. El comienzo del camino siempre va acompañado de la clara conciencia de la ventaja física: montar a caballo permite recorrer grandes distancias mucho más rápido y con un menor gasto de energía. Este modo de transporte no solo ahorra tiempo, sino que también conserva fuerzas para tareas más importantes, ya sea en el cumplimiento de misiones militares o en la realización de metas personales.