- 20.03.2025
El autor utiliza el concepto «Parásitos de la Conciencia» (en el original, parásitos energético-informativos) para designar a una fuerza impura que incide sobre nosotros a través de otras personas, manipulando nuestra conciencia. Según el autor, estos parásitos actúan mediante la interacción social: incitan, persuaden y nos impulsan a realizar determinadas acciones, provocando a su vez dudas, sentimientos de culpa y vacilación. Es precisamente estos estados emocionales y psicológicos los que nos vuelven vulnerables a su influencia, ya que al reprimir nuestras reacciones y sensaciones naturales, en efecto permitimos que los parásitos se arraiguen en nuestra conciencia.
La transformación del mundo interior comienza con el reconocimiento y la superación de las cualidades negativas, lo cual abre el camino para el desarrollo de rasgos positivos como la sabiduría, la paciencia, la compasión y el amor. No se trata simplemente de cambiar comportamientos o reacciones externas, sino de una profunda transformación del alma, en la que la persona aprende a comprender sus emociones y a dejar ir lo negativo para dar espacio al crecimiento y a la transformación de su yo interior.
El engaño espiritual en este contexto se manifiesta a través de la destrucción de la integridad del estado interior, cuando se pierde la verdadera concentración y, en su lugar, emerge una erupción violenta de sentimientos y un completo desorden interno. En lugar de una permanencia interior estable y coherente, la persona comienza a experimentar una “despojo de la mente, confusión interna, frenesí”, y su mente y corazón se llenan de emociones caóticas, carentes de verdadera atención y vitalidad. Esto conduce a que, en lugar de una percepción consciente y sobria del mundo espiritual, se produzca un “olvido de Dios, de la muerte, del juicio, de todo lo espiritual”, lo que, a su vez, destruye la conciencia fundamental que sostiene la actividad vital y la auténtica conexión espiritual.