Legitimidad Divina de la Autoridad Terrenal
El dogma sostiene que toda la fuerza y todo el poder al que el hombre está sometido provienen de Dios, y por lo tanto los creyentes están obligados a obedecer a quienes ostentan ese poder. Así, incluso si las estructuras de autoridad se manifiestan de diversas maneras, su autoridad no es arbitraria, sino que ha sido establecida por Dios. Este fundamento para la obediencia se encuentra en las sagradas escrituras, donde se afirma que toda autoridad ha sido instituida por Dios y que oponerse a ella equivale a resistirse a la institución divina.Así, como se dice en una de las fuentes: "Que toda alma sea sumisa a las autoridades; pues no hay autoridad que no provenga de Dios; y las autoridades existentes han sido establecidas por Dios. Por lo tanto, quien se opone a la autoridad se opone a la institución de Dios, y los que se oponen acarrearán sobre sí mismos la condena." (fuente: enlace txt)Más adelante, en otra cita se destaca que, aunque las autoridades difieran en su naturaleza, la obediencia a ellas es consecuencia de haber sido instituida por Dios: "Sirviendo a los hombres... Contra ese pensamiento, escuchen lo que dice el Apóstol: 'No hay autoridad, sino que toda autoridad proviene de Dios; y las autoridades existentes han sido establecidas por Dios' (Romanos 13:1). Toda autoridad proviene de Dios. Por consiguiente, aquella a la que cada uno de nosotros está directamente sometido es a la que debemos obedecer." (fuente: enlace txt)Estas declaraciones muestran claramente que la base para la sumisión de los creyentes a la autoridad es la institución divina de su origen. Por ello, obedecer a las autoridades terrenales se considera no solo un deber cívico, sino también religioso, ya que dichas autoridades representan el mecanismo establecido por Dios mismo para mantener el orden y asegurar la salvación de las almas humanas.