Dualidad Sagrada: La Lucha Interior en la Iglesia
Nuestra perspectiva sobre la iglesia va más allá de simples muros y rituales: en su esencia se encuentra una lucha eterna que acontece en el interior de cada creyente. Vivimos en una época en la que las facetas luminosa y oscura del ser humano se entrelazan, creando una mezcla única de buenas intenciones y debilidades que pueden hacer que incluso los lugares sagrados se vean influidos por fuerzas impuras. Es precisamente la imperfección del corazón humano, vulnerable a las tentaciones mundanas y a los demonios internos, lo que puede convertirse en un terreno fértil para la irrupción de la oscuridad en la comunidad sagrada.Esta idea tiene su origen en la antigua tradición de reflexionar sobre las dos energías contrapuestas que residen en nosotros, una orientada hacia la luz y la otra hacia la oscuridad. Los pensamientos históricos de los maestros de la espiritualidad subrayan que, incluso un espíritu fuerte y puro, no puede erradicar completamente la oscuridad si está arraigado en un corazón sujeto a la duda y al pecado. De esta manera, cada iglesia, constituida por una colección de corazones, refleja la lucha eterna entre la aspiración hacia lo supremo y la tentación de lo mundano.En conclusión, es importante señalar que la lucha interna no solo representa la tragedia personal de cada creyente, sino también la experiencia colectiva de la comunidad eclesiástica. Reconocer la existencia de esta dualidad en nosotros ayuda a entender que la luz y la oscuridad nos acompañan inevitablemente en el camino del desarrollo espiritual, y es precisamente en esta búsqueda constante de equilibrio donde se manifiesta la verdadera belleza de la fe.
¿Qué creencias religiosas pueden explicar la acumulación de impurezas en la iglesia?La explicación religiosa de la acumulación de impurezas en la iglesia está ligada a la idea de la dualidad interna del ser humano y a la constante lucha entre la luz y la oscuridad en el alma del creyente. Según este punto de vista, cada iglesia, como cuerpo colectivo, está compuesta por personas en las que coexisten tanto el lado luminoso como el oscuro. Es precisamente la imperfección y la falta de purificación de los corazones humanos, influenciados por la corrupción del mundo y el mal interno, lo que puede favorecer la aparición y el enraizamiento de influencias impuras dentro del espacio eclesiástico.Por ejemplo, el venerable Macario el Grande señala: «El venerable Macario el Grande escribe que en nosotros actúa el mal, así como en un mismo campo crecen tanto el trigo como la cizaña. En un solo corazón operan dos tipos de vida: la vida de la luz y la vida de la oscuridad. "El Espíritu puro y Santo, residiendo en un alma aún bajo la influencia del astuto, no toma nada de ello; porque la luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad no la ha vencido" (págs. 139, 141). La Santa Iglesia "no toma nada" de la oscuridad eclesiástica, pero esta oscuridad siempre busca "abrazarla", de la misma manera que lo hace la vida de la pequeña iglesia – la de una sola alma humana.» (fuente: enlace txt)Aquí se enfatiza que el mal, al penetrar en los corazones de las personas, no se limita únicamente al mundo exterior, sino que es capaz de infiltrarse en la misma iglesia. Esto se explica porque un corazón marcado por el pecado se convierte en un sitio donde las fuerzas impuras encuentran un terreno fértil para su desarrollo, "contagiando" así el templo con una impureza mundana. De este modo, la acumulación de impurezas puede interpretarse como un reflejo de la lucha espiritual general y de la imperfección de los corazones humanos que constituyen la iglesia.Supporting citation(s): «El venerable Macario el Grande escribe que en nosotros actúa el mal, así como en un mismo campo crecen tanto el trigo como la cizaña. En un solo corazón operan dos tipos de vida: la vida de la luz y la vida de la oscuridad. "El Espíritu puro y Santo, residiendo en un alma aún bajo la influencia del astuto, no toma nada de ello; porque la luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad no la ha vencido" (págs. 139, 141). La Santa Iglesia "no toma nada" de la oscuridad eclesiástica, pero esta oscuridad siempre busca "abrazarla", de la misma manera que lo hace la vida de la pequeña iglesia – la de una sola alma humana.» (fuente: enlace txt)