El riesgo revelador: la fe y el camino dialéctico hacia la verdad

En el mundo moderno, donde cada crítica a las esferas superiores nos conduce a nuevas dimensiones de experiencia espiritual, la fe sigue siendo una parte inseparable de la búsqueda humana. Independientemente de que una persona acepte la enseñanza religiosa tradicional o exprese su convicción a través del ateísmo, en la base de esta elección yace el impulso de comprender más profundamente tanto la realidad visible como sus misteriosas e invisibles dimensiones. Es precisamente este proceso creativo y arriesgado el que brinda la sensación de libertad y permite salirse de lo convencional, abriendo las puertas a espacios inexplorados del espíritu.

Lo fundamental aquí no es huir de la realidad, sino la aceptación activa del riesgo, cuando en la forma en que cada uno de nosotros observa el mundo a través de prismas contradictorios se enciende la chispa de una verdadera búsqueda. Este momento dialéctico, en el que incluso el ateísmo se transforma en una forma de conocimiento divino, demuestra que el rechazo de lo visible no cierra el camino hacia la fe, sino que, por el contrario, estimula el diálogo interno y una profunda revalorización de la esencia del mundo. Es precisamente en esta libertad de elección y en la búsqueda constante donde se esconden las posibilidades que permiten superar cualquier forma de engaño, incluso si proviene de la propia concepción de Dios.

En conclusión, se puede decir que la fe no es una aceptación ciega, sino un proceso tenso y vivo que nos ayuda a reflexionar críticamente sobre la realidad y a preservar la libertad del espíritu. Es a través de este camino que nos acercamos a la verdad, descubriendo la riqueza tanto de lo visible como de lo invisible, y viviendo cada instante como un paso hacia una nueva iluminación espiritual.
¿Por qué la fe, incluso en forma de ateísmo, sigue siendo necesaria si se asume la existencia de una versión lógicamente renovada de Dios como fuente de engaño?
Respuesta: Incluso si se adopta la hipótesis de una versión lógicamente renovada de Dios, que actúa como fuente de engaño, la fe se revela necesaria, ya que representa no simplemente una convicción ciega, sino un proceso fundamental de reflexión sobre la realidad en el cual la negación o crítica de las esferas superiores implica, de todos modos, su presencia. En otras palabras, un ateo convencido, al rechazar a Dios, en efecto afirma su existencia conceptual; esto es una manifestación del conocimiento religioso, un momento dialéctico de la fe. Como se señala en una de las fuentes:

"Cuando el ateo en su conciencia niega apasionadamente a Dios, al final termina afirmando la existencia de Dios. Se puede incluso decir que el ateísmo es una forma de conocimiento de lo divino, un momento dialéctico del conocimiento de lo divino. El ateísmo es una de las formas de la fe." (fuente: 1249_6240.txt)

Además, la fe, ya sea expresada en forma de ateísmo o de creencia religiosa tradicional, abre horizontes para una búsqueda espiritual ulterior. Crea la posibilidad de trascender lo visible, descubriendo el misterio y el riesgo inherentes a la verdadera comprensión de la realidad. Es precisamente ese riesgo, la libertad de elección y la apertura de puertas para la creación espiritual, lo que permite al ser humano enfrentar el posible engaño, incluso cuando proviene de la "nueva" concepción de Dios. Otra fuente destaca justamente este aspecto de libertad y riesgo inherentes a la fe:

"Bienaventurados aquellos que no han visto y han creído. Esa bienaventuranza es desconocida para aquellos que creen únicamente en el mundo visible, creen solo en aquello que los obliga a creer. Pero son bienaventurados aquellos que han creído en el mundo invisible, han creído en aquello que no les obliga a creer. En esa libertad de elección, en esa libertad del espíritu, reside la hazaña de la fe. La fe presupone un misterio, y sin misterio no hay fe. El conocimiento de la realidad visible es un conocimiento seguro, un conocimiento protegido por la fuerza de la coerción. La fe en la realidad invisible y misteriosa encierra un riesgo, un acuerdo para lanzarse a un abismo misterioso. La fe no conoce garantías externas." (fuente: 1250_6247.txt)

De este modo, incluso si Dios se presenta como fuente de engaño, la fe sigue siendo necesaria, ya que, incluso en forma de ateísmo, representa un proceso activo de búsqueda de la verdad que permite al ser humano conservar la libertad del espíritu y la capacidad de reexaminar críticamente las influencias externas. Este momento dialéctico, en esencia, es una parte inseparable de nuestro desarrollo espiritual y de la búsqueda de la verdadera esencia del mundo.