Amor Patológico: Indicador de Complejos Desequilibrios Psicológicos

Las investigaciones psicológicas modernas demuestran que los trastornos del deseo no son diagnósticos aislados, sino que representan una poderosa señal de alteraciones en un espectro más amplio de procesos psicofisiológicos. Estos síndromes a menudo se presentan junto a cambios afectivos y de personalidad, lo que los hace especialmente complejos de diagnosticar y tratar. Una percepción enérgica pero equilibrada del problema permite ver que las tendencias agresivas, hipersexuales, masoquistas e incluso sádicas, manifestadas en niños y adolescentes, no surgen por sí solas, sino que forman parte de alteraciones más profundas de la psique. Los enfoques clásicos del psicoanálisis subrayan que las desviaciones en el uso funcional de la sexualidad para la procreación pueden ser indicadoras de un estado patológico que requiere atención. Esta visión integral del problema exige no solo un diagnóstico meticuloso mediante métodos electrofisiológicos y psicológicos, sino también una intervención terapéutica integral orientada a restaurar el equilibrio mental general. Es importante entender que el amor patológico no es una enfermedad independiente, sino que señala desequilibrios internos serios que precisan corrección oportuna y apoyo profesional.

¿Cómo se puede caracterizar el amor patológico o el trastorno del deseo desde la perspectiva psicológica?

Desde el punto de vista psicoanalítico, el amor patológico o el trastorno del deseo, según el análisis de diferentes enfoques psicológicos, a menudo no se presentan como alteraciones primarias aisladas, sino que se consideran síntomas que surgen en el contexto de un espectro más amplio de alteraciones psicofisiológicas o afectivas. Dicha patología puede manifestarse como un conjunto de síntomas que incluyen tendencias agresivas, hipersexuales, masoquistas o incluso sádicas, las cuales son especialmente evidentes en niños y adolescentes. Por ejemplo, se indica:

"En forma aislada, como alteración primaria, casi no se encuentran estos trastornos. Con mayor frecuencia se manifiestan como síntomas del trastorno del deseo en el contexto de otras enfermedades —afectivas, orgánicas, de personalidad— por lo que es pertinente una evaluación diagnóstica complementaria, que incluya métodos electrofisiológicos y psicológicos. En la estructura del comportamiento alterado en los niños, predominan los deseos patológicamente modificados, que suelen ser polimorfos y en la mayoría de los casos se combinan con una mayor excitabilidad afectiva. En la edad preescolar, lo predominante son los deseos sexuales patológicos agresivos, la tendencia a la evasión y a la vagancia, así como la cleptomanía."
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Además, desde la perspectiva de la teoría psicoanalítica clásica, las formas patológicas del deseo sexual pueden interpretarse como desviaciones de la orientación funcional de la sexualidad hacia la procreación. Como afirmaba Freud:

"Freud escribe: 'El punto de inflexión en el desarrollo es la subordinación de todos los deseos sexuales particulares al predominio de los genitales y, junto con ello, la subordinación de la sexualidad a la función de procreación'. Los fines sexuales que no persiguen la procreación se consideran, según Freud, desviaciones y, en su forma unidimensional, conducen a una patología que requiere tratamiento."
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De este modo, desde el punto de vista psicológico, el amor patológico o el trastorno del deseo se consideran un fenómeno complejo que surge en la intersección de factores afectivos, de personalidad y biológicos, en el que los deseos alterados no constituyen una enfermedad independiente, sino que forman parte de un trastorno general del estado mental. Esto requiere un diagnóstico minucioso y, cuando sea necesario, una intervención psicoterapéutica integral.