La libertad de elección como don divino

El hombre, creado a imagen de Dios, está dotado de un don único de libertad, que le permite elegir entre el bien y el mal. Esta posibilidad no es el resultado de un plan predeterminado, sino que es una decisión personal que nace en lo más profundo del alma. La enseñanza cristiana se basa en la idea de que cada uno de nosotros recibe de Dios no solo todo lo necesario para la salvación, sino también la capacidad de determinar nuestro propio camino, ya sea el camino de la justicia o el camino hacia las tinieblas.

Este punto de vista enfatiza la importancia de la responsabilidad personal: la omnisciencia de Dios y la presciencia del resultado de nuestras elecciones solo confirman el paso que ya hemos dado, y no anulan la posibilidad del libre albedrío. La verdadera libertad consiste en el hecho de que cada persona tiene una opción real: usar los dones recibidos para prosperar en el bien o alejarse de él.

Así, la libertad de elección no aparece como un conjunto de circunstancias impuestas, sino como un don vivo y personal que determina nuestro desarrollo moral. Esta perspectiva dinámica pero seria nos ayuda a comprender que nuestro camino está determinado en gran medida por nosotros mismos, y es en nuestras manos donde se forma el destino.
¿Es la capacidad de no pecar el resultado de una elección personal o de la predestinación de parte de Dios?
De acuerdo con los materiales presentados, la capacidad de no pecar se considera principalmente como el resultado de una elección personal otorgada por Dios, y no como una predestinación impuesta. El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, tiene libre albedrío, que le permite decidir si actuar para el bien o alejarse del bien.

Por ejemplo, San Juan Damasceno señala:
"San Juan Damasceno dice que el hombre creado por Dios "tuvo la oportunidad de permanecer y prosperar en el bien... así como alejarse de lo bello y encontrarse en el mal debido a la posesión del libre albedrío". En general, para la realización de cualquier acto moral son necesarias dos condiciones y, al mismo tiempo, suficientes: la capacidad de realizar este acto con la posibilidad de no cometerlo, es decir, tener una elección libre (libre albedrío) y un deseo (libre albedrío) de realizar una acción. (fuente: 1787_8931.txt)

Otra fuente enfatiza que la libertad de elección es un don personal dado por Dios:
"La cuestión de la individualidad humana. La conexión del creyente con Dios, a la que se orienta la doctrina cristiana, testimonia el reconocimiento del principio personal. Esto se manifiesta, en particular, en la idea de la libertad de elección de la que está dotada una persona. La libertad de elección entre el bien y el mal no contradice la idea de la providencia en el cristianismo primitivo. Según esta doctrina, de Dios es la providencia y el don de la libertad al hombre, del hombre la elección del camino moral". (fuente: 1091_5451.txt)

Al mismo tiempo, el concepto de la providencia de Dios incluye también el aspecto de la previsión: Dios, que posee omnisciencia, conoce el resultado de la elección de cada uno, pero este conocimiento no suprime la independencia y la responsabilidad del hombre. Como se especifica:
"La predestinación en relación con cada persona tiene dos aspectos: a) incondicional, que consiste en el hecho de que Dios, independientemente de cualquier cosa, concede a cada persona todo lo necesario para su salvación; b) condicional, que consiste en el hecho de que Dios determina el destino de una persona en función de cómo utiliza los medios que se le dan. La predestinación condicional se basa en la presciencia eterna de Dios. "Dios prevé todas las cosas, pero no predestina todas las cosas" (fuente: 93_464.txt)

Por lo tanto, la oportunidad de no pecar es el resultado de una elección personal, cuando una persona, teniendo el don de la libertad, decide seguir el camino del bien, y la presciencia de Dios sirve solo como una confirmación de esta elección, y no como una determinación de la misma en el pleno sentido de la palabra.

Cita(s) de apoyo:
"San Juan Damasceno dice que el hombre creado por Dios "tuvo la oportunidad de permanecer y prosperar en el bien... así como alejarse de lo bello y encontrarse en el mal debido a la posesión del libre albedrío". En general, para la realización de cualquier acto moral son necesarias dos condiciones y, al mismo tiempo, suficientes: la capacidad de realizar este acto con la posibilidad de no cometerlo, es decir, tener una elección libre (libre albedrío) y un deseo (libre albedrío) de realizar una acción. (fuente: 1787_8931.txt)

"La cuestión de la individualidad humana. La conexión del creyente con Dios, a la que se orienta la doctrina cristiana, testimonia el reconocimiento del principio personal. Esto se manifiesta, en particular, en la idea de la libertad de elección de la que está dotada una persona. La libertad de elección entre el bien y el mal no contradice la idea de la providencia en el cristianismo primitivo. Según esta doctrina, de Dios es la providencia y el don de la libertad al hombre, del hombre la elección del camino moral". (fuente: 1091_5451.txt)

"La predestinación en relación con cada persona individual tiene dos momentos: a) incondicional [...] " Dios lo prevé todo, pero no lo predestina todo" (fuente: 93_464.txt)

La libertad de elección como don divino