Libertad entre miedos: cómo dejar de evitar la vida y aprender a aceptar tu vulnerabilidad
Seamos honestos: cuanto más miras a los ojos de tu propia mortalidad, tratando de encajarla en cajas ordenadas de aceptación, con una cara seria y un letrero de "No tengo miedo", más rápido el miedo se arrastra detrás de ti y te da una helada sorpresa existencial. A todos nos dicen que el miedo es para la autopreservación, pero cuando comienza a instalarse en tu cabeza, reorganizando los muebles y limitando tu alegría, se convierte en un saboteador silencioso. La sociedad echa leña al fuego: mires donde mires, hay una inscripción parpadeante: "La angustia existencial está prohibida". Sonríe, compórtate normalmente, sé más fuerte. Supongamos que solo un par de clases de yoga nos separan de la inmortalidad, ¿vale?Pero no quieres andar de puntillas por las minas emocionales toda tu vida, ¿verdad? Porque cada vez que evitas una conversación difícil o ahogas tu ansiedad en un batido de repollo y apresuras las cosas, la vieja preocupación solo se vuelve más fuerte. Ignorar el dolor o la ansiedad es como limpiar un desastre rastrillando cosas en un armario: la sala de estar está más limpia, pero ahora tu armario está a punto de explotar.Entiendo que no quieras molestarte en estos temas, ¿quién lo hace? Probablemente te han enseñado desde pequeño a mantener la cara y a no sacar tus miedos en público, por lo que los llevas contigo como una maleta con facturas sin pagar, con la esperanza de que si no piensas, entonces habrá paz. Pero seamos honestos: nadie quiere ser alguien que tenga tanto miedo a la vulnerabilidad y a la muerte que en realidad no viva toda su vida.Esa es la ironía del universo: huir del miedo solo lo entrena para la distancia del maratón. La negación parece segura hasta que se apodera de ti, y de repente toda tu energía no se gasta en vivir, sino en evitar la incomodidad. Mientras tanto, la ansiedad hace una fiesta en tu mente subconsciente cada vez que la ignoras. Nadie quiere ser un huésped que nunca se va.¿Y si lo intentas de otra manera? Al menos por un minuto, ¿si dejas que la mortalidad se siente a tu lado sin tratar de desterrarla, conquistarla o repararla? No pensar en el dolor y el miedo como veneno, sino como señales, invitaciones al crecimiento que te hacen más agudo en el momento presente. Admite: "Estoy nervioso, pero sigo aquí". Date cuenta de lo fácil que se vuelve cuando ya no tienes que esconder tu equipaje emocional del mundo.Veo que puedes ser escéptico acerca de toda esta "aceptación" y "abrazar la incomodidad". Quiero soluciones, no consejos abstractos. Pero recuerda: cuando te enfrentas a tus miedos y aprendes a hacerte amigo de la vulnerabilidad, tienes el control real. ¿No es por esta razón que se dio una sola vida salvaje, para que corriera en la rueda de la evasión? Porque cuando aceptas que el dolor, el miedo e incluso la muerte son compañeros inevitables de la vida, encuentras en ti mismo una resiliencia que nunca imaginaste.Por lo tanto, aquí hay un llamado: dejen de perder el tiempo en la sala de recepción de la negación. Empieza ahora. Reconoce tus dudas y pensamientos oscuros si quieres, incluso invítalos a tomar un café. Acepta tus limitaciones, vuelve a contar tu historia interior y actúa con valentía por honestidad contigo mismo. No huyas del fuego, entra en él y comprueba de qué estás hecho realmente.Imagínate: eres más ligero y real, te despiertas y te das cuenta de que ya no necesitas huir ni fingir. Vas por la vida con una leve sonrisa traviesa y mucho menos miedo, porque finalmente te has permitido estar completo, junto con las partes temblorosas. Ahí es donde reside tu libertad, no detrás de una puerta cerrada de evasión, sino en el mismo lugar donde es más aterrador mirar. Simplemente abre esa puerta y entra en tu vida única, cruda y única.